Lea la transcripción del video devocional de hoy.
Hoy tenemos un Versículo del Día que, francamente, no tiene sentido. Tengan paciencia. En parte, lo digo porque todos conocemos a personas que, cuando hemos hecho algo malo, hemos pecado contra ellas o las hemos lastimado, lo reviven, te lo recuerdan y te lo guardan en la memoria sin importar cuánto tiempo lleve el camino. Puede que te perdonen, pero siempre parece haber ese elemento de "caramba, les hice daño" y existe una división entre tú y ellas.
La gracia de Dios
Ahora, toma a un Dios perfecto y santo que nunca ha hecho nada malo. Todo a su alrededor es perfecto. Sin embargo, aquí lo tienes en este pasaje diciendo: «Yo, sí, solo yo borraré tu pecado». Siendo Dios, ¿qué se gana con eso? ¿Qué beneficio se obtiene? Borrar mi pecado. ¿Qué? ¿Por qué? Sobre todo al decir «por mi propio bien» y «nunca más pensaré en ellos».
Si alguien tiene derecho a reprocharme mi pecado mientras viva, ese sería Dios. Es decir, el estándar de perfección que tendría que alcanzar para que Dios no solo me perdonara mi pecado, sino que no me lo reprochara, simplemente no tiene sentido. Es difícil de entender o comprender, pero quiero centrarme en la parte de este versículo que dice "por amor a mí mismo". Da la impresión de que hay un beneficio, y es como si no lo entendiera. No lo comprendo. Me resulta confuso. Me gustaría simplemente dar una perspectiva de lo que esto podría ser, cómo podría ser por amor a Dios.
Cuando el quebrantamiento trae gloria
Cuando conoces a alguien con mucho talento y piensas: "Es una gran persona, lo tiene todo bajo control. Representa el éxito". Bueno, cuando hace algo bueno, exitoso o correcto, todos se quedan atrás y dicen: "Por supuesto". ¿Quién se lleva el reconocimiento? Normalmente, la persona que lo tiene todo bajo control, la que tiene mucho talento.
Luego está lo contrario, donde tienes a alguien que solo puede ofrecer quebrantamiento. Ha cometido errores. Ha sufrido. Ha sido herido. Puede que no sea el más talentoso, pero Dios lo usa para hacer brillar su luz, su amor, su gracia, su poder, su paz, su amor. ¿Adivina qué? ¿Quién recibe la gloria de eso? Dios mismo.
Alguien que se acerca a la mesa como la mujer que partió el óleo sobre Jesús y se secó el cabello en sus pies. Jesús la mira y luego al hombre que lo recibió en su casa y le dice: "¿Sabes qué? ¿Sabes por qué se comporta así? Porque quien mucho perdona, mucho ama".
Vivir en la luz del perdón
Imaginen si empezáramos a mirarnos a nosotros mismos y a comprender la importancia de todo lo que Dios nos ha perdonado, sin importar lo buenos que creamos ser, y cómo Él lo ha borrado todo y no nos lo tiene en cuenta. Imaginen cómo eso podría transformarnos hoy, para vivir de tal manera que sirvamos a los demás a tal grado que, como dijo Jesús a la mujer a quien mucho se le ha perdonado, mucho ama.
Si realmente entendemos este versículo hoy, que amemos mucho hoy por la gran salvación que hemos experimentado al perdonar nuestras faltas, para nunca más ser recordados. Que podamos compartir esto con los demás, y que ellos sientan el amor, el perdón y la gracia que Dios nos ha dado, y que hoy se les ha demostrado a través de nosotros.
